Enterrada parte 12
Miró al cielo,
el pequeño rayo de luz de sol se tapó de repente por una nube. Esta comenzó a
descargar una gran cantidad de agua.
-¿Y porque no al
centro de salud?-preguntó Estefanía.
-Digamos que uno
de los enfermeros no quiere ver a Graham por lo que le hizo a su hija Ofelia,
la ex-esposa de Graham. Pablo culpa de todo lo que paso en el matrimonio a
Graham. Siempre pensó que había otra mujer y que su hija no se enteró de nada
de eso.
-¿Como acabaron
tan mal?
-Una cosa esta
clara, hubo otra mujer. Un lugareño vio a Graham varías veces con una mujer que
no era Ofelia, su esposa. Este se lo contó a Pablo y él decidió verificarlo.
Así que, seguramente sucedió algo parecido a lo que te voy a contar:
<<Una
tarde como estas hará varias semanas. Graham y su amante estaban en uno de los
sitios donde hay una vista al mar precioso. Serían más o menos las doce o la
una de la mañana. Estando allí, intimaron. En lo más oscuro de la noche, viendo
desde lejos la escena. A que no sabes, ¿quien descubrió el romance?...
El padre de
Ofelia. En ese momento Pablo gritó a los cuatro vientos lo cerdo que era Graham
y se acercó como un basilisco hacía él. Le pegó un puñetazo en la cara y se fue
de allí. Tras eso, se separaron. La amante de Graham se acabó yendo del pueblo
y nunca más se supo de ella. Creo que no vivía aquí, se alojaba con una
amiga.>>
-¿Quien te contó
esa historia? ¿ y cómo es que no le puso Graham una denuncia a Pablo?-preguntó
Estefanía dubitativa.
-Era su suegro,
y no quiso tener más problemas de los que tenía.
-Así que Graham
te lo ha contado.-dedujo la joven.
-Eso es. De su
boca salió lo que te estoy contando. Claro, yo le pongo más suspense.-Dijo
Gonzalo con una sonrisa al final.
Estefanía se rio
de la gracia. Acabó de beberse el cacao, le entregó el vaso a Gonzalo. Cogió
una servilleta de la mesa y se limpió la boca y un poco la cara. Se levantó de
la silla y se acercó a un pequeño cubo metálico que había en la cocina. Levantó
la tapa y tiró la servilleta con la que se había limpiado. La cerró y se dio la
vuelta. Miró como Gonzalo limpiaba el vaso en el fregadero. Se tocó el pelo,
tras eso apoyando una mano en la mecedora y sin apartar la mano de
encima, fue caminando poco a poco hasta él. Al llegar, al fregadero, volvió a
tocarse el pelo. Miró el cuerpo esbelto de Gonzalo y pensó que sería su hombre
perfecto: Le gustaba el cine, la hacía reír, la había tratado bien cuando ella
aún estaba desquiciada por lo mal que lo había pasado.
Al irle a tocar
el brazo para decirle una cosa, un fuerte vendaval azotó de repente por toda la
casa. Gonzalo fue a ver lo que lo produjo. Salió de la cocina y vio como la
puerta principal de la casa se abría del todo. Graham estaba entrando en ese
momento. Un segundo después cerró la puerta.
-La madre que me
pario.- dijo Graham al verse toda la ropa que llevaba empapada delante un espejo
que había en el pasillo.
Alrededor suyo
se formó un charco de agua que iba en aumento cada vez que daba grandes
zancadas hacía el piso de arriba.
-Voy a
ducharme.-Gritó Graham desde el piso de arriba.
-De acuerdo
jefe.-Respondió Gonzalo desde la primera planta.
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