Enterrada parte 9


Tras recordar el pasado, estuvo pensando de nuevo en si Miguel Verne podría hacer daño a alguien, pero, si fuese cierto lo que contó Estefanía ¿Por qué intentó enterrarla?, ¿descubrió algo en la casa de Verne que llevase a la joven a estar bajo tierra?

Sonó el teléfono de Estefanía varias veces. Gonzalo, sentado reflexionando, lo oyó. Subió sin hacer ruido al piso de arriba. Abrió la puerta donde estaba la mujer durmiendo y contestó al teléfono.
-Diga.
-¿Estefanía?, ¿quién es usted? y ¿porque tiene el móvil de mi hija?-preguntó una voz femenina.
-Soy el inspector de Policía Gonzalo Márquez. Su hija ha sufrido una fuerte conmoción y....
-¿Dónde está?
-En Cariño, es un pueblo de Galicia.
-¿Galicia?
-¿Desde donde la llama?
-Desde Madrid. Escúcheme, páseme con mi hija ahora mismo.-ordenó la madre.
-No puedo hacerlo, esta durm...-tranquilizó Gonzalo a la mujer del teléfono.

Giró hacia donde estaba durmiendo Estefanía. De repente ella estaba levantada, viendo la situación. Gonzalo retrocedió hacía atrás hasta llegar a la puerta del cuarto. En un segundo, salió al pasillo. Desde fuera se oía los gritos de histeria de la joven. Intentó abrir la puerta. Gonzalo con la fuerza que tenía, tiraba para que ella no consiguiese salir del cuarto.
-¡Escúchame!, tengo a tu madre al teléfono y quiere hablar contigo.-dijo Gonzalo alzando la voz para que ella escuchase.
-Pásemelo.
Gonzalo abrió la puerta, echó el móvil dentro del cuarto y la volvió a cerrar. Estefanía cogió el teléfono del suelo. Al oír la voz de su madre, se tranquilizó. Un minuto después, ella le empezó a hacer preguntas a Gonzalo.
-¿Donde estoy exactamente?-preguntó Estefanía.
Gonzalo dijo la dirección de la casa de su jefe. Ella le volvió a preguntar.
-¿Como se llama usted?
-Gonzalo Márquez.
Ella se lo dijo a su madre. Un rato después del interrogatorio, Estefanía abrió la puerta de la habitación.
-Mi madre va a venir hasta aquí.
Gonzalo vio la cara de la joven, ella le miró fijamente a él. Vio que era un chico fornido, apuesto y más guapo que el hombre que la recogió en la carretera. Contempló su rostro: boca ancha, ojos marrones, orejas grandes y parecía que se había afeitado hace poco, porque le vino un arroma a colonia que se habría echado él después de afeitarse. Pensó que sería su chico ideal, al que hubiera dicho que "si", si le hubiera conocido en otras circunstancias. Gonzalo la estaba sonriendo.

Él vio en ella a una joven que habría vivido hace poco una situación horrible, dado su aspecto: Cara triste y con el pelo sucio, camisa a rayas arrugada y un poco húmeda. Pero aún así tenía una figura esbelta y casi eran de la misma altura.
-¿Donde hay un baño?-preguntó Estefanía cruzando los brazos teniendo un poco de frío y mirándose su camisa sucia.
-Al fondo del pasillo hay uno, tranquila. Puedes coger lo que quieras. Si dice algo mi jefe, yo te protegeré.- respondió Gonzalo echándole una sonrisa al final.
-¿Tienes una aspirina? llevo un dolor de cabeza encima que no desaparece.
-No sé donde guarda Graham las medicinas.
Estefanía le miró con cierta ironía y luego se echó una mano a la cabeza mientras iba caminando junto a Gonzalo por un pasillo iluminado hasta llegar al baño.
-¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?-preguntó ella.
-Has dormido dos horas.
-¿ Y cuanto tiempo llevo en esta casa?
-Casi tres horas.
Ella calmada, le rogó.
-Perdona por haberte gritado.
-No te preocupes, era normal. Estas en una casa con dos desconocidos y encima lo que me ha contado mi jefe sobre lo que te ha pasado. Yo también estaría desquiciado.
-No recuerdo gran cosa. Solo que estuve casi cinco horas en ese maldito ataúd en el que me quería enterrar alguien.
-¿Sabes quién te hizo esto?
-No recuerdo su nombre, pero me acuerdo de su horrible cara de cerdo.
-Je.-Sonrió Gonzalo, imaginándose al monstruo que le había atacado.
Al llegar al baño, Estefanía entró y cerró la puerta.




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