Enterrada parte 2

Días antes.

Raquel estaba jactándose de lucir su bonito escote, vestida con una chaqueta desabrochada, con los ojos y los labios regordetes pintados, esta se estaba tocando sus coletas. Los chicos que pasaban al lado suya, la sonreían. Admiraban su vestido sexy.
Raquel iba con su amiga Victoria, su novio Jaime y un amigo de este que no le quitaba los ojos de encima a Raquel. Estaban girando por una calle, en dirección al concierto de  La oreja de Van Gogh.

Pasaron de pisar el asfalto a caminar por tierra. Hubo un charco que  Raquel pisó. Le dio rabia que se le mancharan sus botas. Delante de ellas, estaban el novio de Victoria charlando con su amigo.
-Oye ¿cuando se lo vas a decir?-preguntó Victoria mientras miraba la sonrisa de Raquel.
-No sé, ¿crees que le gusto?
Victoria miró a Raquel y después al amigo de su novio, que de vez en cuando la echaba una mirada y la lanzaba una sonrisa. Tras eso, respondió.
-Yo creo que sí. Arriésgate.
Raquel sonrió y le dio un abrazo a su amiga.
-Me acercare cuando estemos en el concierto. Y él este solo.
-Tu tranquila, yo alejare a Jaime  y me lo llevare lejos para que puedas hablar con tu novio-bromeó Victoria.
-No es mi novio... todavía- respondió Raquel riéndose.
Estando dentro del concierto, Victoria se llevo a Jaime  a dar un paseo, acercándose más a la carpa poligonal para ver al grupo cantar mientras su amigo se quedaba solo. Raquel se puso al lado del chico y empezó a hablarle.
-Hola, sé que eres amigo de Jaime, pero nunca nos han presentado.
-Me llamo Adrian, tu eres Raquel, ¿no?


-Así es, oye ¿tú y Jaime desde cuando os conocéis?
-Desde pequeños nos llevamos bien; si había una pelea y me pegaban, él respondía y viceversa. Lo compartimos todo-riéndose- excepto a la chica.
Ella rió, de repente surgió una química cuando él se le quedó mirando a sus ojos verdes y profundos. Esta le preguntó.
-¿Me has echado miradas durante el tiempo que he estado con mi amiga?
Él se quedó cortado y respondió.
-Sí, ¿he hecho mal?
-Sino me invitas a una copa, si que podrías perder una posibilidad de pedirme salir.
Raquel le acarició la oreja, Adrian la  sonrió mientras admiraba su escote. Él aceptó a invitarla a una copa.
Los dos se acercaron a un mini bar que había en el recinto, alejándose de la muchedumbre que había. Una piedra se le metió a Raquel en la bota, ella se quejó. Apoyó su mano derecha en el hombro del chico para poder quitarse la bota, mientras Adrian estaba pidiendo dos cervezas al camarero en la barra. Este la miró mientras la agarraba del brazo para que no tropezara.
-¿Estás bien?-preguntó él mirando la expresión de Raquel, que tenía una cara de dolor.
-Sí, tranquiló.
Raquel se sentó en un taburete y cogió la cerveza para bebérsela. Ella tomó un sorbo y se lamió con su lengua, el labio superior para quitarse la espuma. Tras eso, le hizo un gesto a Adrian para que se acercase. Él se aproximó. Esta le preguntó:
-¿Quieres darme un beso?
Él se quedó inmóvil, deseando que fuera un sueño, pero se alegró de que no lo fuera. Raquel se acercó a él, sus labios se rozaron. Se gustaron. Lo volvieron a repetir. Tras dos besos en la los labios, decidieron irse a un lugar más solitario. Se fueron a un callejón estrecho y empezaron a intimar.

Un rato después se encontraron de nuevo con Jaime y Victoria. Fueron caminando hacia la multitud para escuchar mejor al grupo que tocaba. Bebieron, comieron , y se rieron. De repente, Raquel quiso alejarse de la muchedumbre. Puso la excusa de ir al baño, se lo dijo a los demás. Alejándose de la gente, marchó al lavabo con su refresco. El baño era un cubículo de madera, con un retrete dentro. Hizo pis. Salió del aseo y fue a buscar a sus amigos entre la multitud. Raquel no vio a sus amigos por ninguna parte, siguió buscando, se acercó al bar, preguntó al camarero. Este le respondió que no los había visto. Pidió otra cerveza, miró de nuevo hacía la muchedumbre, no los vio por ninguna parte. Volvió a beber su refresco, fue caminando hacía el escenario. Paseando entre la gente, Raquel se sintió agobiada y mareada, le dolía la cabeza. Gritó. Nadie la oyó por el jaleo que había. De repente, alguien le aferró el brazo derecho y la obligó a caminar. Ella no opuso resistencia. Le miró a su cara. El rostro era borroso, ella borracha, sonrió. El extraño se dirigió con la chica hasta un callejón oscuro, donde había una furgoneta de color azul oscuro.

***

Estefanía se despertó de un susto. Estaba sentada frente al volante, sin recordar lo que la había ocurrido. Miro por la ventana, vio que el cielo estaba nuboso. La carretera vacía. A lo lejos, vio  una casa de ladrillo y un pequeño almacén. Al lado de los establecimientos había un pequeño huerto. Abrió la puerta del coche y caminó en dirección a la casa de ladrillos, dejando su coche  destrozado atrás. Sacó su móvil e intentó llamar a la grúa. Sin éxito. Cuando se acerco a la puerta principal de la casa, descubrió a alguien dentro.

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